Esmeralda y el alucinante paso del Tapón del Darién en bote.
No sabía si estaba soñando o era real lo que veía. Barcos fantasma de madera, muy viejos, surcando el caribe despacito, hombres pescando a mar abierto en embarcaciones que parecían de juguete, pequeñas islas superpobladas de indígenas semidesnudos, lluvia intensa que fluía del piso de la lancha hacia el cielo, fuertes golpes contra el océano que le dejaron varios rasguños a Esmeralda y múltiples paradas a cargar gasolina y comer galletas en islotes abandonados de la mano de dios sin más leyes que las de la naturaleza y los narcos.
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